Todo lo que es real tiene sombra

 

J. R. R. Tolkien fue uno de los primero autores que se atrevió a poner una vela en el altar del alma humana, pero no para adorarla (¿qué tipo de escritor habría sido?), sino para iluminarla. El señor de los anillos intenta hacernos entender algo que, bien pensado, ya deberíamos saber de sobra: Que todo lo que es real (y el hombre lo es) tiene sombra. 

En la geografía interior de nosotros mismos existen horizontes en llamas, terremotos devastadores y pantanos de aguas movedizas. Resuenan en nuestro corazón (y seguirán resonando toda la vida) los negros tambores de Mordor. Y algunas tardes, cuando el sol nos da la espalda, oímos la voz se Sauron (templada, convencedora) recordándonos otra cosa que también sabemos desde que tenemos uso de razón: Que basta cruzar su puente levadizo para tener, a nuestro servicio, a ese babeante ejército de orcos que arrancará de cuajo cualquier árbol (u hombre) que se interponga en nuestro camino. ¿Merece la pena?

La guerra de las galaxias ahonda en este mismo tema y construye la metáfora del hombre que se dejó convencer por el perverso canto de las sirenas. Todos los amantes del cine tendremos para siempre en la memoria al personaje de Darth Vader, el poder envuelto en un exoesqueleto de cucaracha, la anatomía deforme, las cuerdas vocales que suenan como desde el fondo del barro, porque optar por el camino más fácil no solo te envenena el alma, sino que también te corrompe la carne. 

Harry Potter, si su escritora hubiera entendido el alcance de lo que estaba escribiendo, habría podido convertirse en el primer héroe del siglo XXI. 

Harry sabe que puede poner el mundo entero bajo el dominio de su varita mágica, pero prefiere caminar por el terreno firme de la amistad que volar entre los cambiantes vientos del poder. Esta decisión, en su caso, es aún más difícil: No olvidemos que la cicatriz de su frente nos indica que él mismo lleva el mal dentro de sí. La lógica literaria nos va diciendo, página a página, que el hombre que está tocado por el mal solamente podrá vencerlo si se sacrifica a sí mismo. Ésta es la diferencia entre el héroe y el resto de los mortales. El héroe no dudaría en dar su propia vida a cambio de salvar las nuestras. La escritora, sin embargo, traicionó todo lo que había construido y (mediante una triquiñuela de escritor aficionado) dejó vivo a Harry Potter y lo que es peor, lo recuperó dieciséis años después, convertido en un padre de familia con gafas, barriga y jerséi de pico.

Escribo todo esto para que no olvidemos que Mordor, el Lado Oscuro de la Fuerza y Voldemort no son patrimonio de la Literatura ni del Cine ni de cualquier género de ficción. La manifestación del mal camina a nuestro lado y si giramos la cabeza la podemos ver y si estiramos la mano la podemos tocar y a veces (y esto es lo malo) ella gira la cabeza y nos ve, ella gira la cabeza y nos toca.

 Os pondré un ejemplo:

A una compañera le sonó el teléfono para lo que nunca queremos que nos suene y tuvo que viajar rápidamente a España para estar al lado de su madre y cuidar de ella en lo que podían ser (y lo fueron) los últimos momentos de su vida.

 Su jefa, la agregada de educación, tenía dos opciones: Ayudarla o rematarla.

Decidió (como todos los de su semilla) dejarse resbalar por la suave pendiente del lado oscuro en lugar de romperse las uñas trepando la montaña que lleva (como mínimo) a la dignidad. Obligó a mi compañera (bajo mentiras, coacciones y amenazas de represalias) a renunciar “voluntariamente” al dinero de dos meses de sueldo. ¿Para qué? Para nada. Nadie ha venido a sustituirla.

 El lado tenebroso ha abierto sucursales por todo el mundo y se nutre de trabajadores cobardes y pusilánimes que no dudan en cortarle el cuello a un amigo con tal de arrancar una sonrisa al amo que les da de comer. Los funcionarios del lado tenebroso se han dado cuenta de que la indignidad es un sillón muy cómodo, al contrario que la coherencia, que es una cama de faquir.

 Esta gente no ha leído o no ha entendido El señor de los anillos, no ha visto La guerra de las galaxias, ha pensado que Harry Potter es un libro para niños. Por eso no saben que ser cobarde nunca merece la pena y que, si miraran alrededor, se darían cuenta de que su servilismo solo les ha traído soledad, porque su alma podrida y su cuerpo en descomposición apestan de tal manera que nadie, si siquiera sus compañeros de vertedero, soportan estar al lado de ellos.

 No existe un acto más valiente ni más transgresor que ayudar a los demás a cambio de la satisfacción de estar ayudándolos. Quien piense que el camino recto es el camino más fácil, se equivoca. A veces echo un vistazo hacia las instituciones españolas destacadas en este país y me pregunto por qué la gente más incompetente y más dañina es la que ocupa los puestos de responsabilidad. Después me doy una palmada en la frente y me digo a mí mismo que la respuesta ya la conozco: El lado oscuro, obviamente, solo consigue atraer a los que viven con los ojos cerrados.    

 

David Llorente

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